miércoles, 25 de noviembre de 2009

EUGENE ATGET







Es evidente que la ciudad que caracterizó la transición desde la cultura decimonónica hacia la vanguardia fue la ciudad de París, que fue el campo de trabajo de Eugène Atget, un fotógrafo que debe ser considerado como una de las figuras de mayor influencia en la fotografía moderna de arquitectura. Atget elaboró, desde 1897 hasta su muerte en 1927 uno de los inventarios fotográficos de arquitectura de mayor envergadura, compuesto por más de 10.000 imágenes.La biografía de Atget es intensa y dramática, ya que a los pocos años queda huérfano de padre y madre, pasando por tanto a vivir con sus abuelos. Cuando aún era un adolescente, se enrola en la marina mercante para acabar, poco después, en París, matriculado en el Conservatorio. Sin embargo, las penurias económicas de Atget le obligaron a alistarse en el ejército, por lo que fue expulsado del Conservatorio, frustrándose. Después de rondar toda Francia junto a unos músicos ambulantes, se dedica a la pintura, aunque será este un nuevo fracaso. Finalmente, decide adoptar la cámara fotográfica, e inicia una labor sistemática de documentación de la ciudad.

Atget inicia uno de los “retratos colectivos” de más intensidad visual de la historia de la fotografía, intentando esbozar, por medio de sus miles de imágenes, la sutil personalidad de esa ciudad de París, cambiante, en transformación, a las puertas de la nueva modernidad. Sus series fotográficas se acercaron a los edificios en demolición, a los parques y jardines, a los coches, burdeles y escaparates, pero siempre acercándose siempre a una realidad construida desde el sutil reflejo de su percepción. Incluso en su famosa serie de espacios interiores, el espacio aparece, casi siempre, duplicado, reflejado y misterioso.



















Técnica y trabajo de Atget
Su técnica era de los más simple: una cámara grande –siempre utilizada sobre trípode- para placas de 18 x 24cm. Su lente era una Rapid Rectilinear, colocada al menor diafragma posible. Su distancia focal no es conocida –la lente fue perdida después de su muerte-, pero debió ser bastante corta, porque muchas de sus imágenes muestran una enfática perspectiva y la parte superior de sus negativos muestra un cristal desnudo donde termina la imagen. Transfería las placas de vidrio, con luz diurna, a un papel de copia aristo, dando tono a las copias con cloruro de oro. El estilo técnico de Atget era por tanto el del siglo XIX y, al contemplar sus fotos, se hace a menudo difícil de creer que la mayor parte de su obra fuera realizada después de 1900. Rara vez hizo una pose que pudiera ser denominada instantánea: los objetos móviles quedan a menudo borroso, y cuando fotografió a personas parece obvio que les pidió que posaran. En una fotografía de Atget, todo detalle se destaca con notable claridad.


















Entre las miles de fotos que realizó Atget, están las que trascienden el documento y se acercan a lo lírico, porque poseía una notable visión. Podía encontrar una cualidad humana donde no aparece ser humano alguno. Sus interiores llevan a sentir que las personas cuyo hogar está retratando se acaban de apartar hacia detrás de la cámara, mientras él enfoca y cuadra, y volverán apenas la lente que obturada. En exteriores trabajaba a primera hora de la mañana, para evitar que le molestaran los curiosos, y así sus fotos poseen la atmósfera de la luz temprana. Su obra no contiene referencias a otro medio gráfico que a la fotografía misma.









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